Este versículo habla unas verdades que no podemos dejar escapar y que quiero explicarte para que no caigamos en el error de la religiosidad. En toda Iglesia hay personas que son “religiosos”, este es aquel que habla de santidad, de estar bien con Dios, pero esta engañándose a si mismo pues si su fe no tiene obras, la tal es muerta. Un religioso cree que por decir palabras bonitas ya es un gran siervo delante de Dios, pero Dios no ve las muchas palabras que puedan salir de nuestra boca, sino más bien las obras que me llevan a realizar dichas palabras. El versículo veintisiete lo dice claramente: “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”, en pocas palabras la religión se traduce en acción y no en palabras, y las acciones al ser realizadas dejan de ser una religión pues nacen de un corazón que ama a Dios y quiere vivir para El, ese corazón es un corazón que no es religioso, sino mas bien es un corazón que tiene una relación personal con Dios.
Si realmente quieres demostrar lo que profesas, entonces ve y has obras, pero esas obras no pueden nacer de un corazón engañado, sino que de un corazón sincero y que ama a Dios. Si tú dices ser un buen cristiano, yo te pregunto ¿Qué estas haciendo para demostrarlo? Yo puedo predicar y decir palabras lindas que conmuevan a las personas, pero si mis hechos delatan lo falto que estoy de verdaderas acciones entonces no he hecho nada. El final del versículo veintisiete dice: “y guardarse sin mancha del mundo”, acá esta hablando de mantener una vida santa y esa vida no se demuestra nada mas hablando, guardarse sin mancha del mundo se demuestra con nuestro testimonio, el testimonio habla mas que mil palabras, muchas veces no es necesario andar gritando a los cuatro vientos que somos cristianos, sino que nuestros hechos delataran nuestra fe.
Amig@ mí@, la vida de un cristiano verdadero no es una vida religiosa, sino una vida de hechos, lastimosamente hay muchos cristianos con tintes de políticos, prometen y hablan mucho, pero obran poco o nada. Es hora de levantarnos con verdaderos cristianos, es momento de poner la obra antes que las palabras, las personas inconversas creerán mas en nuestras obras que en nuestras palabras, pero si usamos las dos cosas tendremos un arma letal para arrebatarle muchas almas al enemigo. Si cada uno de nosotros además de hablar también actuara, no tendríamos que andar rogando a la gente para que asista a la iglesia o para que acepte a Jesús, sino que las mismas personas motivadas por la manera de vivir nuestra querrán experimentar lo mismo que nosotros, puesto que nuestro ejemplo estará hablando mas que mil palabras.
Lo más importante para Dios son las obras de un corazón agradecido y que hace lo que dice.