
Esperar es creer, confiar y soñar, por eso, los antiguos pasaron más de cuatro mil años aguardando y suspirando por la venida del Mesías. Cuando finalmente sucedió, Jesús nació y se convirtió en hombre para librar a los hombres del pecado y del mal, y guiarlos hacia una vida plena. Ese momento se convirtió en un acontecimiento trascendental que se ha cultivado con el pasar de los años y cuyo significado no es más que el nacimiento del Reino de Dios.
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